SOBRE LOS INDULTOS UN POCO DE LITERATURA
SOBRE LOS INDULTOS UN POCO DE LITERATURA
Ramón Tejero Diez, Parroco en Marbella
MI PADRE SUFRIÓ Y CUMPLIÓ SU CONDENA
La
mañana del 24 de febrero del año 1981, después del golpe de estado del
famoso 23F, me encontraba frente a la Dirección General de la Guardia
Civil esperando a mi padre, un militar que sólo unas horas antes había
tomado el Congreso de los Diputados por mandato de los Tenientes
Generales del momento y con el convencimiento –porque así se lo comunicó
expresamente el General Armada y así nos lo confirmó a sus hijos- de
actuar en nombre de su Majestad el Rey. Presencié como mi padre llegaba a
la Dirección General de la Guardia Civil como Tte. Coronel en activo.
Nadie le detuvo en el Congreso de los Diputados; él fue despidiendo a su
fuerza con la elegancia y caballerosidad de un militar que, asumiendo
su responsabilidad, reconocía la valía de aquellos que habían sido
fieles al mandato recibido… algo que aquellos que, no han vivido el
espíritu castrense, nunca comprenderán.
Mi
padre se entregó en libertad, consciente del delito cometido. Le
ofrecieron un avión para salir de España con todos nosotros y una
importante suma de dinero, pero lo rechazó. Tan sólo pidió que no se
exigiesen responsabilidades de capitán para abajo. No pidió nada para
él, sino para los que habían cumplido sus ordenes pensando que lo hacían
por España. Un acto de honor, del cual no fui testigo, fue la entrega
de su arma reglamentaria al director General de la Guardia Civil en su
despacho… pero si fui testigo de cómo generales, jefes y oficiales de la
Guardia Civil se cuadraban ante él como signo de respeto ante una
acción que parecía ser del conocimiento de todos ellos.
Mi
padre llegó libre, con el convencimiento de haber cometido un delito,
como ha reconocido públicamente, pero con la coherencia y el honor de
ofrecerse en libertad y conocimiento pleno de sus hechos al Director
General de la Guardia Civil… Era consciente de la ilegalidad del acto
perpetrado… pero también que no había obrado por iniciativa propia, sino
en todo momento cumpliendo las órdenes de los altos mandos militares
que le pidieron tomar el Congreso de los Diputados por orden del Rey…
como así nos lo comunicó a la familia y así lo aceptamos.
Han
transcurridos muchos años desde aquellas fechas y nos encontramos ahora
con una terrible realidad del asombroso “Golpe de Estado en Cataluña”.
Mi padre se hizo responsable de sus actos, asumió su responsabilidad,
cumplió con la pena impuesta –la máxima- hasta el último día y en
elocuente silencio sigue viviendo con infinito dolor por su Patria…
nuestra Patria
Y en la
situación actual de nuestra amada España nos encontramos con una
realidad que nos atormenta a todos. Un expresidente de la Generalidad
que habiendo cometido un delito de rebelión no solo no se entrega con
limpieza y dignidad, sino que tras cometer un delito de rebelión de
forma pública, se va tranquilamente a su casa, viaja al día siguiente a
Bruselas sin que nadie ordene su detención o retirada del pasaporte, se
ríe de todos nosotros y sigue presumiendo públicamente de su delito y de
la atrocidad de su actitud que tanto daño ha hecho a todos los
españoles.
…Porté la
ropa de mi padre después del golpe de estado la mañana del 24 de
febrero… sin saber que podría ocurrir … el 25 de febrero estaba con él
en la Prisión Militar de Alcalá de Henares… con serenidad e infinita
paz. Consciente de lo ocurrido y sin rencor…. pero ahora después de más
de 36 años y tras los sucesos de Cataluña me pregunto como español e
hijo….
¿Dónde está la
dignidad de aquellos que han perpetrado el Golpe de Estado en Cataluña?…
¿Por qué no son capaces de entregarse y reconocer que han cometido un
delito?… Cómo es posible que el Gobierno actual y el Poder Judicial no
actúen con la misma celeridad que en su momento tuvieron con mi padre…
¿A que jugamos?…¿Dónde está la dignidad y el honor de aquellos que
perpetrando un golpe de estado no lo asumen?… Señores los “golpistas”
del 23F estaban detenidos en 24 horas… y los golpistas catalanes campan a
sus anchas… mostrando a la comunidad internacional la debilidad de un
estado que, con aparentes complejos, pretende expresar, desde silencio,
el miedo a asumir la tremenda realidad de un Golpe de Estado al sistema.
No
tengo ni rencor ni odio… pero si creo en la verdad, en la autenticidad,
en el honor y en la valentía de asumir los hechos perpetrados. No
comprendo la cobardía, la traición y la mentira. Los españoles esperamos
contemplar la expresión clara y tangible de la justicia, necesitamos
redescubrir el Estado de Derecho. No queremos pactos, necesitamos la
Verdad, esa “Verdad que nos hace libres”, esa verdad que nos hace
sentirnos personas con todo lo que ello significa.
Cataluña
es España y lo será siempre. Basta ya de jugar con nuestros
sentimientos. Apliquemos la ley, como la aplicaron con mi padre. No
juguéis con nosotros ni con España. Basta ya de palabras. Los hombres de
bien necesitamos justicia y paz en un mundo de aparente oscuridad y
discordia. Necesitamos vivir con la certeza de un Estado de Derecho, con
el gozo de la libertad y el convencimiento de que vivimos conforme a la
verdad que se manifiesta en la justicia de aquellos que anhelamos un
Estado fundamentado en los principios que nos conforman como personas.
Personas que, con San Pablo, gritamos que nuestra vocación es la
libertad, una libertad fundamentada en la verdad y la justicia
Soy
sacerdote, no político, pero quiero recordar que San Juan Pablo II
manifestó firmemente que el amor a la Patria es un deber de justicia y
que faltar a ese deber es incumplir el cuarto mandamiento de la Ley de
Dios “honrarás a tu padre y a tu madre”. Según el magisterio de San Juan
Pablo II, la Patria es un madre a la que debemos amor, devoción y
entrega. Amemos a nuestra Patria España coma una madre y descubriremos
su ternura y gallardía, aquella que nos da a luz, nos cuida y nos lanza a
la entrega generosa y gratuita de la construcción del reinado de
Cristo. Un reino de gracia, de verdad, de justicia, de vida y libertad.
Dios bendiga a España Unida y nos conceda el Don de la Paz.
Ramón Tejero Diez
Sacerdote
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